Hacia una vejez sin dogmas significa, para mí: escribir, escribir, amar, amar, jugar, jugar, es decir, la vejez queda asegurada en una forma de declinación.
Poesía, eres, para mí, en los sueños, un misterio insondable. Me gustaría verte, tenerte entre mis brazos. Temblar con tu temblor. Toda mujer, toda virtud, toda humanidad te recuerda.
Ciencia y verdad, y consecuentemente las ideas acerca del poder, hablan en soledad. En toda verdad siempre hay un dios que sobrevive, en toda verdad siempre hay un poderoso ganando terreno, siempre un desatinado matando por matar.
Entiendo por qué algunas personas se separan de mí. A mi lado siempre habrá trabajo para todos, y no son muchos los que soportan la realidad de trabajar para invertir en su propio crecimiento. El resultado final es que no crecen, pero igual envejecen y mueren.
Ya nada tengo en medio del pecho, nada de banderas, nada de dioses, ésa es mi única verdad. Del resto tengo todo, hasta bastardas ilusiones de poder, algún día, mejorar mi vida. Soy como un empleado de comercio pero con la inteligencia de no tener ni banderas ni dioses a los cuales adorar o por quienes morir.