Don Miguel hablaba pausadamente, su voz no era la misma que cuando regaba las plantitas, hoy hababa sin mirar a las mujeres.
-La cultura comenzará su represión. Esta vez tampoco viviremos en paz. De la intimidad que consigamos para nuestros deseos y sus realizaciones, depende todo.
Catín interrumpió, no aguantaba más.
-No puedo soportar el movimiento de tus labios Miguel, nunca sé lo que dices, con el doctor Si, me pasa lo mismo, nunca sé lo que dice, sólo escucho el murmullo del mar, y contigo –perdón señoras- mi amado, cuando hablas, me siento una de esas estrellas lejanas e inalcanzables que quieres conquistar.
Don Miguel hablaba pausadamente, Catín no lo irritaba, Catín siempre moría entre sus brazos, entre sus brazos Catín era feliz.
-Los intercambios corporales, también son intercambios éticos y por ahora en España eso es imposible. Dentro de la dialéctica del cielo y del infierno, nosotros –los mutantes- siempre seremos delincuentes.
-Qué nos estás diciendo ¿Endogamia? ¿Clandestinidad?
Don Miguel hablaba pausadamente. Hoy todo le venía bien. Hoy sin duda tenía todo preparado.
-Quiero decir simplemente que en este momento del proceso, debemos mostrar nuestro saber y que el único testimonio de nuestras vidas deben ser nuestros escritos.
-Y yo que soy pajeras, qué hago en esta casa, porque parece que aquí, sólo pueden vivir escritores.
Alfa era nuestro corazón sangrante, nuestro luto, una muchacha atada a los vacíos; amante de Juan, el muerto. Ella estaba autorizada a decir cualquier cosa en cualquier momento. Era una asesina. Mataba con la concha. Padecía de la fiebre del Nilo. 40 ó 50 orgasmos en un día, a veces no eran suficientes. Con Juan pasó, que la guerra le fue quitando fuerzas, quiero decir, entre la guerra y ella, lo mataron.
Don Miguel hablaba pausadamente, todo era verdad y todo era mentira, él sabía que las dudas estarían hasta el final; todo era delirio, todo era realidad. Todavía no era bienaventuranza, todo era dolor.
-La cultura comenzará su represión. Esta vez tampoco viviremos en paz. De la intimidad que consigamos para nuestros deseos y sus realizaciones, depende todo.
Catín interrumpió, no aguantaba más.
-No puedo soportar el movimiento de tus labios Miguel, nunca sé lo que dices, con el doctor Si, me pasa lo mismo, nunca sé lo que dice, sólo escucho el murmullo del mar, y contigo –perdón señoras- mi amado, cuando hablas, me siento una de esas estrellas lejanas e inalcanzables que quieres conquistar.
Don Miguel hablaba pausadamente, Catín no lo irritaba, Catín siempre moría entre sus brazos, entre sus brazos Catín era feliz.
-Los intercambios corporales, también son intercambios éticos y por ahora en España eso es imposible. Dentro de la dialéctica del cielo y del infierno, nosotros –los mutantes- siempre seremos delincuentes.
-Qué nos estás diciendo ¿Endogamia? ¿Clandestinidad?
Don Miguel hablaba pausadamente. Hoy todo le venía bien. Hoy sin duda tenía todo preparado.
-Quiero decir simplemente que en este momento del proceso, debemos mostrar nuestro saber y que el único testimonio de nuestras vidas deben ser nuestros escritos.
-Y yo que soy pajeras, qué hago en esta casa, porque parece que aquí, sólo pueden vivir escritores.
Alfa era nuestro corazón sangrante, nuestro luto, una muchacha atada a los vacíos; amante de Juan, el muerto. Ella estaba autorizada a decir cualquier cosa en cualquier momento. Era una asesina. Mataba con la concha. Padecía de la fiebre del Nilo. 40 ó 50 orgasmos en un día, a veces no eran suficientes. Con Juan pasó, que la guerra le fue quitando fuerzas, quiero decir, entre la guerra y ella, lo mataron.
Don Miguel hablaba pausadamente, todo era verdad y todo era mentira, él sabía que las dudas estarían hasta el final; todo era delirio, todo era realidad. Todavía no era bienaventuranza, todo era dolor.
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