Ya podré, pensaba, y me quedaba contento, hasta mañana, donde volvería a probar sin poder, o estar al borde de poder. Él me decía que no con la cabeza y un día que yo llegué a mover una de las valijas, pero sin poder todavía levantarla del suelo, él sonrió y me dijo (yo creo que casi con alegría) ya podrás. Ese día tomé la sopa y la carne y comí pan, porque a él, le gustaba que se comiera con pan y tomé un vaso de vino, porque un poco de vino siempre hace bien. Tosí como correspondía a un niño de mi edad y le dije a mi padre, que no quería ir más al colegio. Ángela, qué le pasó esta mañana a este chico. Nada contestaba mi madre, estuvo toda la mañana en la calle. Acaso no hiciste los deberes, y levantaba su mano para pegarme y yo se lo dije. La maestra dice que eres un mentiroso. El cachetazo que me dio me tiró debajo de la mesa. Y yo a mi padre le temía, pero ese día no sé lo que pasó.
Ahogado por el llanto le dije que era un hijo de puta que con él no se podía conversar. Y esperé tranquilamente que me matara.
¿Quién te enseñó esas palabras?
Sorprendido de escuchar sus palabras en lugar del golpe que yo esperaba, le dije la verdad: Mamá. Y mamá aterrizó al lado mío. Y tocándose (creo recordar, con cierto placer la mejilla enrojecida por el golpe de mi padre) me miró a los ojos y me sonrió. Padre acercó una silla a nosotros, y sentándose nos acarició a los dos un poco la cabeza y ahora te vas a lavar la cara y te vas al colegio.
Y yo que ese día debía estar loco, le dije, al colegio no voy.
Hijo mío, ir al colegio, es tan sagrado como ir a la iglesia, como tener una familia, como ir a trabajar. En el colegio se aprenden las letras y las artes y seguramente te enseñarán a contar el dinero, y en el colegio te enseñarán el funcionamiento de tus órganos y los misterios del cuerpo de la mujer. Para Rafael, interrumpió mi madre, que eso lo enseñan en la universidad y, además, el nene dice que la maestra dice que eres un mentiroso. Y tú sabes cómo el nene es de sensible, él te cree todo, esos cuentos que tú le cuentas, después seguramente en el colegio se peleará con la maestra. Y la maestra le preguntará de dónde saca esas cosas, y él le dirá (y el nene siempre dice la verdad) me lo enseñó mi padre. Y la maestra le dirá, tu padre es un mentiroso.
Ahogado por el llanto le dije que era un hijo de puta que con él no se podía conversar. Y esperé tranquilamente que me matara.
¿Quién te enseñó esas palabras?
Sorprendido de escuchar sus palabras en lugar del golpe que yo esperaba, le dije la verdad: Mamá. Y mamá aterrizó al lado mío. Y tocándose (creo recordar, con cierto placer la mejilla enrojecida por el golpe de mi padre) me miró a los ojos y me sonrió. Padre acercó una silla a nosotros, y sentándose nos acarició a los dos un poco la cabeza y ahora te vas a lavar la cara y te vas al colegio.
Y yo que ese día debía estar loco, le dije, al colegio no voy.
Hijo mío, ir al colegio, es tan sagrado como ir a la iglesia, como tener una familia, como ir a trabajar. En el colegio se aprenden las letras y las artes y seguramente te enseñarán a contar el dinero, y en el colegio te enseñarán el funcionamiento de tus órganos y los misterios del cuerpo de la mujer. Para Rafael, interrumpió mi madre, que eso lo enseñan en la universidad y, además, el nene dice que la maestra dice que eres un mentiroso. Y tú sabes cómo el nene es de sensible, él te cree todo, esos cuentos que tú le cuentas, después seguramente en el colegio se peleará con la maestra. Y la maestra le preguntará de dónde saca esas cosas, y él le dirá (y el nene siempre dice la verdad) me lo enseñó mi padre. Y la maestra le dirá, tu padre es un mentiroso.
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