domingo, 15 de marzo de 2009

INTENTO AUTOBIOGRÁFICO NÚMERO CUARENTA Y NUEVE

Volví a mirarme en el espejo y me gusté. Muchas veces, cuando caminaba por las calles de mi barrio me había visto de cuarenta años y me había visto exactamente así como me veía en ese espejo. Las chicas, me dije en voz baja, no quieren irritarme, más bien quieren ser ayudadas.
Por debajo de la puerta de vidrio esmerilado, alguien mete un diario, que leo con mucha atención y descubro las siguientes cosas. Pero de cualquier manera, antes de decir lo que me produjo la lectura del diario diré lo que me produjo la aparición del diario. O bien las que estaban detrás de la puerta de vidrio eran las chicas, como yo así las llamaba, o bien detrás de la puerta había gente, que me trataba de una manera especial, quien sabe me dije, me tocó ser el jefe de alguna familia o cosa parecida, espero tener prestancia para semejante rol.
El diario se llamaba (no lo voy a decir), era un diario de Madrid, ciudad me imagino en donde me tocará vivir a partir de ahora. Busqué afanosamente alguna noticia del niño asesino, y nada encontré. Como podía ser que ya el diario no trajera ninguna noticia, o sería tal vez que en esta ciudad no había llegado la noticia. O era un diario especial que ellas habían publicado para mí, lo único que no me podía imaginar era que habían pasado, exactamente, de aquella noche con María, su hermana y su amiga, treinta años. Mi dependencia por fin quedaba clara. Yo no sabía qué había pasado en esos treinta años.
Me tiré sobre la cama a punto del desmayo, busqué por los cajones de la mesita de luz de la izquierda y encontré un pequeño paquetito conteniendo marihuana. Y armé para fumar. Una vez armado el cigarrillo, no encontré con qué encenderlo, y diciendo la verdad estaba un poco nervioso, sin saber qué hacer. Una voz interior me dijo. Aprieta el timbre que tienes al lado de la cama.
Y en esa voz reconocí su voz y todo fue delirio esa mañana ¿Dónde estoy, pregunté, casi desesperado? y dónde estás tú, presencia iluminada. Abro mis ojos, y ya no apareces, cierro mis ojos y ya no apareces. Acaso hice algo mal.

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