La confabulación fue precisa y ahora tengo que ser yo el que diga la verdad, o la mentira y para colmo, don Miguel cuando me palmeó las espaldas el otro día, me dijo adelante, pero lo que sea, tiene que ser lo último. Una lágrima de Luisa y un fuerte apretón de manos de don Cristóbal, me indicaron claramente, que la poesía por ahora no sirve para nada y que era mejor que me dedicara a la novela.
Estoy desesperado, hacer de hombre perfecto, me desagrada. Prefiero para mí las imperfecciones de la carne. Las largas caminatas con Luisa o con don Miguel, o bien aquel rubio verano, donde toda la algarabía fue el encuentro con los amigos. Y ahora siempre desde hace un tiempo me pregunto ¿estaremos reprimiendo algo, o somos realmente felices? Tal vez estemos reprimiendo algo, dijo don Miguel, pero eso a quién le importa. Querido Alesio, la historia se entretiene con cosas bastante distintas de las que entretienen al hombre.
Estoy desesperado, hacer de hombre perfecto, me desagrada. Prefiero para mí las imperfecciones de la carne. Las largas caminatas con Luisa o con don Miguel, o bien aquel rubio verano, donde toda la algarabía fue el encuentro con los amigos. Y ahora siempre desde hace un tiempo me pregunto ¿estaremos reprimiendo algo, o somos realmente felices? Tal vez estemos reprimiendo algo, dijo don Miguel, pero eso a quién le importa. Querido Alesio, la historia se entretiene con cosas bastante distintas de las que entretienen al hombre.
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