jueves, 19 de febrero de 2009

INTENTO AUTOBIOGRÁFICO NÚMERO CUARENTA Y CINCO

A veces la lucha era a brazo partido. A trompadas, a insultos, a empujones, conseguía encerrarlas a las dos juntas conmigo en alguna de las habitaciones. Siempre alguna de las dos tenía la menstruación, y no una menstruación así nomas. Torrentes de sangre en todas direcciones. Yo siempre iba al frente, como se dice, hubo días que terminábamos los tres bañados en sangre. La otra esos días estaba de duelo, por alguna muerte de algún familiar próximo. Si nadie había muerto esos días, ella recordaba alguna muerte de su infancia o bien de su adolescencia. Entre la violencia de la sangre y los sonidos siempre eternos de la muerte, yo hacía lo que podía. Como cuando quería levantar las valijas que levantaba mi padre y apenas podía arrastrar con las dos manos una, y apenas unos centímetros.
Una vez conseguí que se besaran en la boca.
Lo recuerdo como si fuera hoy. Primero me aseguré que cada una tuviera diez orgasmos. Con los ojos entrecerrados, cada una apoyó su cabeza en mi hombro correspondiente. Yo tardé quince minutos a causa de la lentitud de mis movimientos, en acariciar sus cabezas y en acercar la boca de una a la boca de la otra. Y hubo un instante donde esos labios se partían por el goce del encuentro tantas veces postergado, y así, al borde del éxtasis sólo por estar besándose, Berta me metió el dedo en el culo y Clotilde me apretó los huevos hasta hacerme gritar. Yo fui feliz, y sintiendo que había hecho el bien, me quedé dormido.
Al cambiar la hoja, me di cuenta que tengo mucho frío en los pies, me digo, es normal en invierno.

1 comentario:

  1. Las mujeres ¿se resisten? ¿no reconocen su propio deseo?
    "Yo fui feliz, y sintiendo que había hecho el bien, me quedé dormido"
    ¿El sexo hace mortal a la mujer y por eso él siente que le ha hecho un bien?
    Me parece compleja la mujer y la escritura, "Al cambiar la hoja...".
    Gracias por hacerme pensar sobre ello.

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