domingo, 18 de enero de 2009

INTENTO NUMERO TREINTA Y TRES

El plan de cualquier manera no era un plan mío, sino más bien yo, esta vez era parte de un plan, lo que tampoco entendía por qué me habían elegido a mí. O yo era parte de ellas desde antes. ¿Qué inteligencia, o qué anormalidad esencial hacían de mí la persona apta para semejante plan?
O sería simplemente y considerando que ellas ahora eran casi mudas, mi facilidad de palabra lo que había hecho que ellas me eligieran su rey, su único deseo. Un pedazo de carne semejante. Todo en mí servía, mis pies, mis manos, mis ojos. Todo era goce en mí en sus miradas. Ellas poseían algo en la manera de hacer el amor, que yo había comenzado a dudar del afán de destrucción, que mi fantasía les atribuía. Salvado ese nivel de desconfianza, sentí en mi sexo que había comenzado otro período de relación. Que como yo venía entendiendo la cosa, otro período más en la invasión de la tierra.

1 comentario:

  1. El que habla abre la puerta al habla, a los que todavía, aun pudiendo, no lo hacen.
    Tal vez, tal vez...

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