martes, 6 de enero de 2009

INTENTO NUMERO VEINTISEIS


Te escribo, ves, te escribo en las paredes. Pongo tu nombre ciego en las paredes, te pido perdón, tú eres la que vino del espacio celeste para verme, para detener en mí el tiempo de los hombres, o yo soy simplemente borrasca marítima en tu mirada.
Abre los ojos pequeña bestia, que tu imaginación no tiene límites. Y algo como una boca en mis genitales. Despierta niño, y su voz se partía entre mis ojos y yo seguía prefiriendo el calor de aquello como una boca en mis genitales y las viejas imágenes de un pequeño niño entre los estallidos.
Prefiero a tu piel de loca, y a tu palabra de loca, las negruras, los negros acantilados interiores.
Viajo con la destreza de haber viajado contigo por el universo, por mis recuerdos. Recorro con mis manos, en lo que debería ser el sexo de tu boca, la galaxia del verde.
Reflejo de la nada. Lago de las aproximaciones. Quiero tu boca entre mis dientes, tu cuello entre mis dientes, tus ojos entre mis dientes de vampiro asustado por tu belleza.
No seas maricón, abrí los ojos.
Y ella era silenciosa todavía en la mañana y yo le contestaba con fuerza, con furia.
Joven, tensa cuerda entre las flores. Ella también cedería. Tarde o temprano, si yo seguía con los ojos cerrados, a ella le terminaría gustando más, vivir dentro de mí que fuera de mí. Sería ella, lo digo aunque en este momento no se pueda creer si yo mantenía mi firmeza, ella terminaría pidiéndome que cerrara los ojos. Cerrá los ojos mi amor, morí en mis brazos. Todo tu semen para mí. Para mí, toda tu locura. Por fin me decidí y hablé en voz alta.
La que estuvo conmigo anoche, está ahí todavía o ya me transportaron a otro sitio.
A veces el silencio era bueno y a veces el silencio era insoportable (estaba claro que ella sin mis ojos abiertos no existía. Su filosofía era como mínimo una filosofía dualista, y sin embargo yo preferí insistir en eso del valor de la palabra. Me dije que un niño que ya había cometido cinco asesinatos, bien podría permitirse el capricho de vivir como su abuelo con los ojos cerrados, y decirle a esa señorita que habló la noche anterior con él que le hiciera de María).

1 comentario:

  1. El encuentro con la poesía es definitivo, sin embargo hay vientos muy fuertes que pueden arrastrar al niño poeta lejos, muy lejos, y esos mismos vientos pueden acercarlo hasta ser otro.
    Palabras por insistir en la vía del valor de la palabra.
    Gracias por su insisitencia en escribir.

    ResponderEliminar