sábado, 27 de diciembre de 2008

INTENTO NÚMERO DIECINUEVE

A lo mejor el psiquiatra, fuera una muchacha perfumada y violenta, deseosa de tener un encuentro con el niño asesino. Yo en realidad era un estúpido, a quién explicarle que todo había ocurrido sin mi intervención. Hasta llegué a pensar que sería cosa de los extraterrestres y, enseguida, rechacé la idea por absurda.
El lugar donde me tenían encerrado era un lugar de lo más raro, parecía una casa, grande, más bien aireada con pequeños jazmines de todos los colores, bordeando todo el camino, entre la casa y una especie de precipicio hacia la nada. Masturbarse era difícil, no había ninguna puerta que pudiera ser cerrada por dentro y cada diez minutos inexorablemente, te encontrabas mirado por un guardia o cosa parecida, una especie de enfermera, a veces, que siempre te preguntaba si te pasaba algo. Habían pasado ya tres días y tres noches y no había tenido ningún contacto sexual, ni con hombre, ni con mujer, ni con ninguna otra cosa.
Si no estaba loco, estos hijos de puta, terminarán volviéndome loco. Tengo que escapar. Lo intentaré esta noche.
A las nueve y diez de la noche, la enfermera, o el guardián, nunca terminaba de saber quién me miraba, me pregunto si estaba nervioso. Pensé (siempre en voz baja, para mí) que ella se había dado cuenta que yo quería escapar. A punto de preferir callar y el medio giro de su mirada para seguir la recorrida, estallé en un llanto incomprensible y me abalancé sobre la enfermera y mordí sus labios y le puse inmediatamente la mano en el coño. La tuve inmovilizada por este mecanismo casi quince minutos con lo cual había desviado por esa noche definitivamente el ritmo del encierrro. La enfermera mientras se bajaba la falda y se arreglaba un poco las tetas, me miró por última vez profundamente en los ojos y me dijo antes de irse: -Eres un monstruo. Unos pasos más adelante caía golpeada brutalmente por una fuerza invisible. Me di cuenta inmediatamente que por este mismo mecanismo debían haber muerto las tres viejas. Yo era un monstruo, en verdad, lo digo de verdad en ese momento sentí que debía ser ejecutado. Que un niño con semejante poder en los genitales, mejor que muriera, o que por lo menos lo mantuvieran encerrado.
Decidí no escaparme y si el psiquiatra que me vendría a ver al día siguiente era inteligente, le contaría por fin, toda la verdad.

8 comentarios:

  1. Gracias Viejo feliz...Hoy lo entendí mejor que nunca: pase lo que pase ¡siempre es mejor hablar!
    Mejor, porque más humano.Un fuerte abrazo (que también son 3 palabras)

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  2. No hay fórmulas, hay decisiones que uno va tomando.
    Hablar ¿Hablar es cuando pronuncio palabras o hablar es cuando mis palabras producen efectos en la realidad?

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  3. Querida Claire, se ve que ya has vuelto de tus vacaciones, recibo tu abrazo con entusiasmo aunque solo dure tres palabras.

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  4. altazor 2001, hablar es cuando las palabras producen efectos en la realidad o en las palabras. Ya que para el sujeto psicquico modificar las frases que lo determinan es transformar su vida.

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  5. Me parece genial el texto,magnificamnete escrito, y cómo me he reído. Espero lo próximos pasos del protagonista con ansiedad.
    Un abrazo Viejo Feliz.
    Alejandra

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  6. Algunos de sus textos son clases teóricas. Muy interesante. Gracias.

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  7. ¿qué verdad?, ¿la verdad, por fin? ¿la verdad, cómo fin? Yo trabajo en vacaciones. Antonia. Un beso

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  8. Es una escritura donde la retórica es posterior al decir, un decir que no recurre a ninguno de los tropos linguísticos, una escritura que muestra que el inconsciente está estructurado como lenguaje, que el lenguaje es la condición del inconsciente. Una escritura donde está en juego no la lógica del preconsciente o de las palabras sino la lógica del inconsciente o del lenguaje.
    Gracias

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