jueves, 11 de diciembre de 2008

INTENTO NÚMERO OCHO



QUERIDA, QUERIDA:

Un hombre muerto, también, es un hombre viviendo con miedo.

Por eso, precisamente, amor mío, declaro la libertad, y habito sin ningún decoro la ropa de los soldados muertos.

Esos soldados, hechos a la tierra sangre de tantos como uno, tierra de uno, esa tierra de los soldados muertos por la libertad. Patria de mí, tierra arrasada, cielo vuelto carmín, carmín de muerte. De baile, carmín de baile, pero hasta morir.

Y ella se dejaba arrastrar todo lo que podía y yo la besaba y ella besaba los labios muertos de los soldados en la guerra y uno que otro muerto se relajaba y moría en paz y alguno se abrazaba con furia a tus labios y tu sangre fresca, margarita que nunca deja de caer, rociaba el porvenir de próximos encuentros y la bestia, sin estar saciada ni agradecida, dejaba de latir, moría, por ahora, para poder vivir en el futuro.

La fui separando del resto y contra la pared del fondo, donde la enredadera creía que trepaba, le tapé con una mano la boca para que no gritara de sorpresa y le dije, tranquilamente, que la amaba y ella se dejó caer, boca de nadie, muerta de la guerra, en un verso de dolor y atravesó mi miedo para siempre.

2 comentarios:

  1. Gracias, viejo feliz, con tu escrito creas un mundo donde la vida, la muerte, el amor, el hombre, la mujer, no son lo que escuchamos por los medios de comunicación ni lo que aprendemos en la familia, en el colegio o en la universidad. En tus palabras el amor es con otros y hay más opciones que la vida o la muerte, existe la posibilidad de que la próxima frase te lleve a lugares inesperados.
    Voy a seguir leyendo. Saludos.

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  2. QUERIDA ALTAZOR 2001,he entrado en su casa y sentí que por llamarse altazor tiene una deuda con todos nosotros, publicar alguna cosita de Viccente Huidobro

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